Pasada la internacionalizada nochebuena en la que Papa Noel ya campa a sus anchas por la mayoría de los tejados de nuestra geografía y en la que ya es más fácil encontrar en la mesa un ferrero roché que un "mantecao", las navidades cartaojaleñas continuaron por terrenos menos colonizados para llegar a una nochevieja más tradicional en la que las uvas sirvieron nuevamente de tránsito entre el viejo y el nuevo año. En este caso si que somos exportadores de costumbres, esa no nos la han pisado aún los yankis. ¡Nos gustan nuestras uvitas!. No ocurre lo mismo con la fiesta posterior en cuya denominación los galos impusieron hace tiempo su idioma: "Le Cotillón", aunque sin el "Le", que tampoco es cuestión de acabar afrancesados. Y ahora hasta el 5 por la tarde. A la espera quedamos de la visita de Sus Majestades de oriente para sumergirnos en nuestras tradiciones menos pisoteadas porque, y eso es lo bueno que tiene este rollito, por mucho que te guste Papa Noel, siempre se le hace un guiño a los Reyes Magos, aunque a veces uno dude entre escribirles la carta o amenazarlos con eso de "truco o trato". En cualquier caso, mientras lo pienso, me gustaría desearos unas ¡felices fiestas and a happy new year!.
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