Mientras que en otros países comienzan a quitar el "bozal" de la cara de sus ciudadanos en exteriores, el gobierno de España considera que la situación es aún lo suficientemente peligrosa en espacios abiertos como para eliminar esta obligación. Deben considerar también que para poder quitártela ya están los bares, espacios cerrados donde nos agolpamos todos y parece no existir el COVID. Una vez fuera, vuelta a la mascarilla para caminar en solitario por las calles o con suficiente distancia de seguridad, algo que es lo habitual en localidades como la nuestra por la poca densidad de población. Para conseguir prorrogar esta medida en exteriores, que ya cuenta con numerosos detractores, el gobierno de la nación ha tirado de "picardía", por llamarlo de un modo suave, y ha colocado la votación junto a otra que por pura lógica debía ser votada en sentido afirmativo para garantizar de este modo su aprobación, la de la prolongación del uso de mascarilla en espacios abiertos.
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